CCS

Sentada al lado derecho del autobús y tan solo viendo el reflejo de mí ventana puedo deslumbrarme y descubrir que el mundo no es plano, por eso una mañana me dediqué a Observar despierta y alejada del yo todo lo que podían cubrir mis ojos. En tan solo minutos y en una nueva ciudad capté las más asombrosas de las simples y cotidianas imágenes, las coincidentes escenas de espacio y tiempo para mi fueron realmente sorprendentes y complejas, en la simplicidad se esconde la perfección, es poder disfrutar plenamente de una simple imagen, aroma o pequeño detalle que construye lo que llamamos felicidad; en esa oportunidad vi a una chica con el cabello realmente largo, me preguntaba; ¿sería real? ¿Sería tan importante para ella que olvidaba otras cosas o sencillamente era artificial? Al igual que a ella vi a otras con su cabello color fucsia y morado, otras preguntas surgían, ¿tendrían las mujeres de este lugar mayor autoconfianza y una mente más abierta? O ¿su mente sería más cerrada y solo estaban dejándose llevar por un estilo de moda local? Mientras avanzaba en esa “gran ciudad”, decidí llamarla Ciudad Pesebre no existía un nombre que le definiera mejor, en una capital rodeada de casas en sus alcores, casas es una palabra muy grande para definir ese estilo de vivienda, de vida, con gran indignación avanzaba por la eterna e inmediatamente adorada ciudad donde enseguida noté una gran cantidad de árboles cortados, propio de las llamadas ciudades capitales donde se incrementa el “desarrollo”, y no solo eso pude ver, contradictoriamente tal como pueblo me causó mucha gracia ver algunas personas que en medio del descomunal tráfico olvidaron su pudor y junto a perros y gatos desahogaban sus necesidad en medio de la calle; luego de eso, una vez inmersa en la urbe del país vi a los niños bajo el puente, imagen que solo pensé ser un argumento dramatizado de los programas de crítica nacional, se armaban frente a mis ojos como gritándome, si, es real, aquí estamos, solo pensé ¿serán felices a pesar de las carencias? ¿Conocerán a sus padres? ya lo último que registré verdaderamente en mi imaginación y en mi libreta fue un simple adorno publicitario tan vacío y grande como ella, una taza roja gigante que en mi mente significa Caracas.